jueves, 16 de febrero de 2012

¡Nos gusta escribir cuentos!- Virginia (Este cuento fue presentado en el concurso de "El Correo" Pero fue descalificado porque lo presenté tarde.

                                                 Dos vidas en un mismo mundo


Hace pocos años, en una Aldea de África, vivía un niño llamado Rajum. Tenía ocho años, era bastante desgarbado y bajo para su edad. Esta última característica podría deberse a la falta de alimentación. Tenía que trabajar haciendo alfombras por falta de dinero en su familia. Llegaba la Navidad. Un buen día, Rajum salió de su chabola, hecha de hojas de palma y barro y todo el sudor del esfuerzo que había costado construirla, con un cántaro bajo el brazo para buscar agua, que su madre utilizaría para hacer un plato de arroz en Navidad. Caminaba, con los pies descalzos entre la sequía de la arena hasta llegar a un oasis. Entonces miró hacia delante. Vio a una persona a lo lejos. No distinguía la figura porque el pobre no veía muy bien y su familia no podía permitirse unas gafas. Se acercó a él. Era un niño, muy bien vestido que tenía cara de enfadado y aburrido. Entonces Rajum le preguntó que cómo se llamaba:
_Me llamo Sergio y soy un turista. He venido a pasar estas frías Navidades a tu tierra. Pero estoy muy aburrido. ¡Las excursiones son un rollo!
_Ya me gustaría a mi irme de viaje y que me explicasen todo unos guías.
_ ¡Tú tienes mucho morro! ¡No tienes que soportar guías y además no vas al colegio!


Tras un buen rato discutiendo sobre que vida era mejor, Rajum propuso que podían ir un rato cada uno a casa del otro. Dicho esto lo hicieron. Rajum disfrutaba del buffet libre y de las explicaciones sobre su tierra. Sergio en cambio no se lo pasaba tan bien. ¡Era muy aburrido trabajar día y noche! Al final Sergio descubrió que era genial su vida y le preguntó a su amigo que por qué vivía así:
_Porque cuando nacemos, Dios nos da a cada uno una vida diferente pero en el mismo mundo, a unos mejor y a otros peor. Día a día te acostumbras a la tuya. Tú que has tenido suerte, aprovéchala y márchate de aquí. Vuelve a tu tierra y pasa allí lo que queda de Navidad. Acto seguido, Sergio, un poco apenado por las palabras de Rajum, se despidió con la mano, subió al avión de vuelta a España y pensó:
_ "¡Las cosas pronto cambiarán, amigo!"


Las Navidades siguientes, Sergio se encontraba sentado en la mesa de su escritorio, con una pluma en su mano derecha. Le temblaba el pulso, no sabía que poner en su carta a los Reyes Magos. Entonces asomó la cabeza por la ventana y exclamó con voz entristecida y una lágrima resbalando por sus mejillas:
_ Reyes Magos, este año no quiero nada para mí, solo para Rajum y su familia. Deseo que tengan unas Navidades geniales.
Tras decir esas palabras, se acostó y durmió plácidamente hasta la mañana siguiente, en la que le esperaría una gran sorpresa.
Eran las ocho de la mañana. Sergio se frotó los ojos y se revolvió el pelo. A sus pies, se encontraba un periódico en el que ponía:
ÁFRICA LIBRE DE LA POBREZA.
¡Esas sí que serían unas buenas Navidades para todos!

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